El otro día, caminando por la calle, me llego un recuerdo fugaz de la escuelita, en ese palacio, que aunque pareciera haber presenciado una guerra mundial, que sus grietas lucieran como arrugas tal cual abuelo regalón, que sus colores se hubiesen desgastado producto de una brisa de mar inexistente, y como una persona a punto de jubilar este contando sus días, para desertar de una ciudad que él ya no reconoce pero que quiere igual. Sin embargo, a pesar de todo ello, nos viste crecer, cantar, y jugar; y por eso te vamos a extrañar…
Bet seler
12 de septiembre de 2010, 20:34
si tuviera unos dibujos sería más lindo...
podrían hacer eso